Desde el año 2000, todos los 21 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Poesía, adoptado internacionalmente por la UNESCO con la intención de visibilizar un género que no se fomentaba tanto como lo es el narrativo (al menos hablando a gran escala y en las grandes casas editoriales, por supuesto).
En la asamblea llevada a cabo en noviembre de 1999 en París se decidió que se celebre el 21 de marzo ya que esta fecha coincide con el comienzo de la primavera en el hemisferio norte (algo bastante “norteño-centrista” por su parte, pero bueno, opinión aparte).
Lo importante es que aprovechemos esta fecha para promover títulos que normalmente no están tan visibilizados y demos a conocer autoras y autores fuera de lo masivamente compartido. Algunos de los que he leído en el último tiempo:
- El mar tiene hambre, Kira Wuck (Ediciones Nebliplateada, 2022)
Escritora holandesa. Lo descubrí en la Feria de Editores, paseando por las mesas de editoriales que de otra manera no hubiera conocido. - Mi cuerpo, un bosque, Maelitha (Barro Editora, 2019)
¿Puede una novela gráfica sin texto alguno ser poesía? Yo creo que sí. - Diarios de delfín, Delfina Pignatiello (Wrede, 2023)
Entre sus relatos más personales, las hojas en negro llenas de los momentos más desgarradores de su vida y un cuento que transforma en ficción sus vivencias, también encontramos páginas de poesía. No es porque lo haya editado yo, les prometo, léanlo. - Batiburrillo, Florencia Pérez Laplace (Literatura Tropical, 2022)
Hallazgo en la Feria del Libro de Chaco. Lo que más me gustó fue esa rebeldía en algo tan mundano como la numeración de los poemas (I, II, 3, IV, B, DIEZ, CUARENTA Y DIEZ, 666…).